Periódico de Artes Escénicas/ Cultura Independiente/ Año 07 Nº 43 Abril 2006
Por Martín Wolf
La producción escénica consta básicamente de dos sistemas, el público y el privado. Hablamos con dos representantes de cada uno de ellos: Gustavo Schraier, coordinador de producción artística del Complejo Teatral de Bs. As. Y Graciela Rodríguez, productora de espectáculos, fundadora y coordinadora de la red Magdalena Latina.
Ambos coinciden en “venir” de otros campos, Schraier es técnico químico, fue actor y Rodríguez es socióloga. Han llegado a la producción a través de la experiencia que da el mismo quehacer, más estudios en gestión cultural, tanto en Argentina como en el exterior. Esto pone de manifiesto la falta de una formación específica en el campo. Aún hoy, no existe una carrera de productor teatral, hay bibliografía, hay seminarios, pero la actividad no está sistematizada. “La mayoría de los productores funcionan por intuición, hemos aprendido a los golpes…”, dice al respecto Schraier.
Este vacío en la formación da por resultado una gran confusión, al punto que en el imaginario colectivo se cree que producir es poner dinero, dice Rodríguez “creen que somos inversionistas”. El eje de la confusión pasa por el rol del productor general que sí suele ser el inversionista, y el productor ejecutivo, que es quien oficia en la realidad el trabajo de la producción, quien lleva adelante el proyecto.
Ambos productores coinciden en que el problema mayor es que quienes realizan trabajos de producción suelen hacerlo por fuera de las compañías, sumado al desconocimiento de lenguajes teatrales. Dice Rodríguez “ser productor no es sólo armar un presupuesto, es saber de administración, de gestión, es muy importante tener herramientas estéticas, es ser un mediador, hay que poder manejar narcisismos exacerbados, el productor debe estar en medio del entramado para poder solucionar los conflictos que siempre están.” Y agrega Schraier “hay que saber coordinar y diseñar estrategias, debemos supervisar cada área, facilitarle el trabajo a los creativos, hay que estar atento a todos los factores, la producción hace a la estética”.
Todo este “caos”, producto del desconocimiento, genera que los límites del rol del productor se vean tergiversados, y no siempre la relación con el director llega a ser abierta. No todos contemplan la mirada del productor en sus decisiones artísticas, y ellos deben propiciarse ese espacio, “trato de posibilitar que el director vea otras caras y no se quede únicamente con los actores que tiene pensados” dice Schraier al referirse a la selección de actores, y agrega “yo me meto mucho, veo ensayos, y si el director es permeable de recibir comentarios, se los hago”. Y Rodríguez agrega, “trato de hacer valer mi opinión, por eso es necesario saber de lenguaje, de estética. Algunos creativos creen que el productor es un che pibe”
Tanto Rodríguez como Schraier piensan que hay mucho para hacer, que no se valora el rol del productor, al punto que los grupos alternativos no lo toman en cuenta, dice Schraier “creen que es un costo innecesario” y la consecuencia de ese pensamiento termina generando que muchísimos espectáculos no lleguen a ser estrenados, o tengan un tiempo muy acotado de duración.
Los dos productores, conscientes de la falta, están abocados a la formación, Rodríguez es titular de la cátedra de Organización y producción de espectáculos del IUNA. Schraier da seminarios en el C. C. R. Rojas y Teatro San Martín y está finalizando el libro Laboratorio de producción teatral I. (editado por el I. N. T ) Rodríguez afirma “Gustavo está haciendo un gran trabajo al respecto”.